26 de noviembre de 2023

TEST DE LITERATURA


 Según la Real Academia Española (RAE), literatura es el “arte de la expresión verbal” y abarca tanto textos escritos (conocidos como literatura escrita) como textos hablados o cantados (literatura oral). La literatura es una de las formas más antiguas de expresión artística. 

Para crear literatura, los autores y autoras utilizan las palabras como herramienta. A través de ellas, los escritores dan rienda suelta a su creatividad e imaginación, elaborando discursos con sentido estético y artístico. La finalidad principal es transmitir ideas y sentimientos hacia los lectores y lectores

Para comprender mejor cómo funciona el mundo literario, es fundamental conocer algunos conceptos clave que rodean este ámbito.

Géneros literarios

Los géneros literarios son las categorías en las que se clasifican las obras literarias teniendo en cuenta su contenido y estructura. Esta forma de ordenar los textos es muy antigua: el filósofo griego Aristóteles hizo la primera clasificación de géneros literarios en su obra Poética, escrita entre el 335 y el 323 a.C. 

En el género narrativo, el autor hace uso de la figura del narrador para contar unos hechos protagonizados por unos personajes. Este género se caracteriza por tener muchas descripciones y diálogos; también relata acciones que ocurren en un espacio y tiempo determinados. El subgénero narrativo más conocido es la novela.

El género lírico se caracteriza por transmitir sentimientos y emociones respecto a una persona u objeto, por lo que predomina la subjetividad. La mayoría de textos líricos suelen utilizar el verso como forma de expresión, aunque también hay textos líricos escritos en prosa. La forma más habitual del género lírico es el poema. 

22 de septiembre de 2023

LA TINTA DEL CALAMAR

 

Poco imaginaba Consuelo Velázquez, compositora y pianista mexicana, que su canción “Bésame mucho” iba a mover tanta polémica. Bien, no ese tema tan popular – lo cantaron incluso Los Beatles – sino lo que representa el beso. Porque besar, ¡ah, amigo!, es la nueva manzana de Adán incitadora del pecado y no se le puede pedir a nadie así, de sopetón, que te bese mucho porque se te cae el artesonado encima. Habrá que modificar la letra y, en lugar de decir “Bésame mucho como si fuera esta noche la última vez, bésame, bésame mucho, que tengo miedo a perderte, perderte después”, lo políticamente correcto será “Bésame consensuadamente, sin intenciones lascivas y con consentimiento por ambas partes, bésame con la moderación e intensidad oportunas y ya puedes tener miedo de lo que te va a pasar después como vaya a los medios y diga que ese beso no era oportuno”. La letra, como comprobarán, es larga, farragosa, cansina e hipócrita. Y digo hipócrita porque a diario se ven besos y achuchones en política – y me refiero a la izquierda – que harían sonrojarse a Emmanuelle por lo desabrochado de los mismos. 

Ahora bien, se conoce que los besos son como la risa, van por barrios, y no es lo mismo que una vicepresidenta te coja la cara con ambas manos o te haga una doble Nelson para estamparte dos manchas de carmín en los mofletes que lo de Rubiales. Que me parecen dos actitudes exactamente igual de zafias, groseras, vulgares y fuera de tono. Uno puede abrazarse con eso que se llama “abrazo apretao” a una amistad, a un familiar, a una tía segunda que te ha dejado su casa de Sigüenza, pero qué necesidad hay de ir por ahí oprimiendo intercostales y juntando cachete con cachete y pechito con pechito.

El caso Rubiales, independientemente de que es una magnífica demostración de cómo el Gobierno emplea la tinta del calamar mediático, ha sido la de uu un grosero mesándose la genitalia junto a la Reina y dándose picotazos con quienes lo tienen de máximo jefe. Añadamos el lastre de  otros asuntos que arrastra el caballero. Advierto esto porque nadie crea que defiendo el machismo y bla bla bla. Lo que me parece de fuera de concurso es que ninguna, ¡ninguna!, de esas feministas de cargo y sueldazo dijera nada cuando Pablo Iglesias mandaba callar a Irene Montero con un imperioso gesto – hay imágenes – o cuando se le acusó de decirle a una alumna que iba a refrescarse al lavabo o cuando se deleitaba diciendo que azotaría hasta hacer sangrar a Mariló Montero. Nadie de esa selecta agrupación de vendedoras de humo puso el grito en el cielo cuando grabaron a Echenique cantando “Chúpame la minga, dominga, que vengo de Francia”, nadie de estas ha defendido jamás como mujer a Cifuentes, Cayetana, Ayuso, Arrimadas y muchas otras cuando han sido víctimas de insultos soeces, escraches machistas e infamias propias de bestias. Su reacción ante cualquier sucedido es mirar si quien protagoniza la barbaridad es de los suyos o no. Si lo es, calladitas; si no lo es, a enseñar las mamas, que es cosa milagrera.

El caso Rubiales, independientemente de que es una magnífica demostración de cómo el Gobierno emplea la tinta del calamar mediático, ha sido la de un grosero mesándose la genitalia junto a la Reina y dándose un picotazo con quien lo tiene de máximo jefe.

Tienen la misma moral que aquellas señoras de negro que en la parroquia ponían de chupa de dómine a la hija de tal porque la habían visto besuqueándose con el cartero o a la viuda de cual porque había recibido en su casa al cobrador de la luz. Todo es pecado, todo es sucio, todo es malo siempre que no les afecte a ellas. Entonces, la oscuridad truécase en poderosísima luz y ya está todo explicado. Así que, si ustedes no pertenecen a esa nueva secta bienpensante, besen, pero besen poco y consentidamente. Y hagan papeles, como si se tratase de una hipoteca, ya saben, avalistas, capital, nómina, certificado de penales y si llevan una recomendación del jefe de Podemos de su barrio, mejor todavía. Que eso de besar a tontas y a locas es mal asunto. O a locas y a tontas, que da lo mismo

28 de julio de 2023

PAREJAS Y MATRIMONIOS

 

Un aforismo es un género literario cuyas obras consisten en máximas, esto es, frases u oraciones breves, en las que se expresan ideas de manera concisa y categórica, ya sea una definición, una relación de cosas o una descripción particularmente elocuente. Se trata del género literario más breve que existe: los aforismos suelen constar de una o dos frases en las cuales se elabora algún conocimiento o alguna perspectiva profunda, verdadera o trascendente.

La palabra “aforismo” proviene de la voz griega aphorismós, derivada del verbo aphorizein, o sea, “definir” o “separar”. Originalmente, se refería a las reglas escritas del sistema ético médico, obra del griego Hipócrates (460-370 a. C.), y el término luego fue utilizado para cualquier tipo de frase o sentencia cuyo autor fuera conocido y cuyo contenido fuera relevante. De hecho, en esto se diferencian de los refranes y los adagios, que suelen ser anónimos, ya que pertenecen a la sabiduría popular.

El aforismo ha sido cultivado desde tiempos antiguos, por pensadores, filósofos y escritores de diversa índole, y es un género que se mantiene vivo. Muchos autores, de hecho, se dedicaron a intentar definirlo, comprenderlo y formular las reglas del género. El escritor francés Maurice Blanchot (1907-2003), por ejemplo, lo definió como “Alianza de un lenguaje durable con una suma extrema de cosas oídas, vividas, poseídas instantáneamente”, mientras que para el escritor ucraniano Leonid S. Sukhorukov (1945-) consiste más bien en “una novela de una sola línea”.

Junto con los axiomas y las máximas, los aforismos pueden considerarse como un tipo de paremia, esto es, de enunciado breve y sentencioso que invita a la reflexión intelectual. Existen compilaciones de aforismos, de uno o de diversos autores, entre los que destacan Confucio, Platón, Friedrich Nietzsche, Simone Weil, Benjamin Franklin, Mark Twain, Émile Cioran, Fernando Pessoa, Oscar Wilde, Charles Baudelaire y Jorge Luis Borges, por citar solo algunos ejemplos. A quienes cultivan el aforismo se les conoce como aforistas