17 de diciembre de 2024

CAUDILLOS



Como en el 2025 se cumplirán cincuenta años justos y cabales de la muerte de Franco, Sánchez  pretende organizar un centenar de actos bajo el lema “España y libertad”. Según el Gran Timonel, “Se avanza con paso firme” -casi se le escapa “ al paso alegre de la paz”- en la disolución de la Fundación Francisco Franco, se creará un Alto Comisionado y un Comité Científico de expertos -igual aprovecha el de la pandemia- para coordinar los festejos, se rendirá homenaje a quienes consiguieron que gocemos de esta democracia donde Puigdemont puede ser amnistiado y la gobernación depender de Bildu y, por resumir, pues el proyecto es proceloso cual océano, trescientos mil descendientes de exiliados podrán adquirir la nacionalidad española. Todo envuelto en un estado de alerta porque, según el Prócer, “La involución es real, está ahí”. De lo que incluso un párvulo podrá deducir que el año que viene vamos a tener a Franco hasta en la sopa.

Uno se pregunta si transcurrido medio siglo, y habiendo demostrado los españoles su capacidad para restañar viejas heridas, a España le conviene este asunto que, por lo demás, debiera ser ya materia de estudio para historiadores, sociólogos o filósofos. Evidentemente, a España no le es sano pasarse la vida hurgando en heridas que ya se habían cerrado y fueron abiertas de nuevo por ZP y agrandadas por este frentepopulismo de VISA oro, Titos Bernis y Falcons que van y vienen a República Dominicana sin que nadie sepa dar razón de a qué van. A quien conviene, y mucho, es al presidente y a sus pedrettes, sus socios, que como no saben gobernar lo que les renta más es la bronca de bar de mala nota, escupir en la historia, llamar facha a todo el mundo y sembrar una cizaña que suele dar pésimos resultados.

Pero eso le da igual al presidente, al que le espera un Annus Horribilis judicial: su mujer, su hermano, sus más cercanos colaboradores y Aldama cantando por soleares. Como no ha podido cerrar esa olla donde los gusanos rebosan, ha optado por emplear el cemento mágico: Franco.

En fin, que además de cortina de humo el asunto dará para regalar prebendas en forma de libros, jornadas, conferencias y programitas de tele a los amigotes de siempre y, de paso, acabar por desvirtuar una historia que no les acomoda que la gente conozca. No deja de ser curioso que, sin el Caudillo, a Sánchez no le quede argumentario. Porque a esa izquierda cool no la escucharán jamás otra cosa que no sean consignas largocaballeristas de una época sangrienta, cruel y obscena. De todos modos, puedo estar equivocado e igual cuando Sánchez alude a reconocer el papel de quienes propiciaron nuestra democracia lo haga pensando en Don Juan Carlos. O Adolfo Suárez. O Manuel Gutiérrez Mellado. O Manuel Fraga. O Felipe González.

Aunque mucho nos tememos que la cosa irá por otros derroteros y esos actos servirán para blanquear más a los asesinos etarras, presentándolos como héroes, así como a otros de la misma calaña como el GRAPO, el FRAP, Terra Lliure y demás siniestras comparsas. En fin, que además de cortina de humo el asunto dará para regalar prebendas en forma de libros, jornadas, conferencias y programitas de tele a los amigotes de siempre y, de paso, acabar por desvirtuar una historia que no les acomoda que la gente conozca.

Luego está eso de conceder la nacionalidad a los descendientes de los exiliados. A buenas horas con ungüentos. ¡Cómo si para entrar en España hiciera alta algún papel! Con una patera y el Open Arms, listo. Todo es tan burdo, tan rotundamente bajo de nivel intelectual que decirles, por vía de ejemplo, que Franco quien autorizó al general Vicente Rojo, su máximo rival en el campo republicano durante la guerra, para que volviera a España y que éste pudo hacerlo sin molestia alguna muriendo en su patria es perder el tiempo. A Sánchez solo le interesa Franco como un fantasma siniestro con el que entretener al personal.

Sin Franco, Sánchez no es nada. Con él, tampoco

                                                    © 2024  JAVIER DE LUCAS

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