El imperialismo sedujo a los capitalistas y a los países ricos con la idea del capital financiero, su acumulación y multiplicación, las exportaciones y el acceso a nuevos mercados. Entretanto, una nueva fuente de embriaguez y adicción daba sus primeros pasos: el marxismo, como «el opio de los intelectuales».
Muchos fueron los pensadores del siglo XX que se dejaron encandilar por la fe en el izquierdismo, la revolución y el proletariado como fuente potencial de una transformación justa. En este sentido, merece la pena citar una observación de Jung: «Cualquier forma de adicción es mala, independientemente de que el narcótico sea el alcohol, la morfina o el idealismo».
Muchos fueron los pensadores del siglo XX que se dejaron encandilar por la fe en el izquierdismo, la revolución y el proletariado como fuente potencial de una transformación justa. En este sentido, merece la pena citar una observación de Jung: «Cualquier forma de adicción es mala, independientemente de que el narcótico sea el alcohol, la morfina o el idealismo».
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