27 de agosto de 2020

NATALIA: EL PRINCIPIO


La Organización Mundial de la Salud (OMS), después de silenciar durante días cruciales la presencia de una nueva y desconocida amenza proveniente de China, declaró oficialmente la alerta sobre el nuevo coronavirus, el 30 de Enero de 2020.

Todos los gobiernos de países industrializados ya lo sabían, porque los casos no solo causaban estragos en el país asiático, sino que se extendían por todo el mundo, como consecuencia de los efectos colaterales de la globalización. Incluso gobiernos algo "despistados", como el español, deberían saberlo, pero la declaración de la OMS era lo suficientemente contundente como para que lo entendiesen perfectamente hasta los más recalcitrantes.

Para el gobierno de Sánchez-Iglesias había una prioridad sobre la salud de los españoles: tenían que celebrarse, sí o sí, las manifestaciones del 8-M, para que el empoderamiento de la mujer quedase bien claro como ideología de la izquierda, uno de sus preferidos banderines de enganche. Y aún sabiendo el enorme daño que ello iba a producir, no fue capaz de recapacitar y suspenderlo. Tras el 8-M, Sánchez implantó las medidas más duras de Europa contra la pandemia, con lo que pasamos del contagio masivo al confinamiento radical. Y para ello contó con un títere capaz de decir una cosa y la contraria casi el mismo día, y un comité de expertos que al final supimos que nunca existió.

Atrincherados en nuestras casas, presas del miedo y la confusión, con unos medios de comunicación y unas televisiones vendidas (o compradas) por el gobierno, nadie osó discutir las medidas draconianas, excesivas, que nos fueron impuestas, algunas de ellas que atentaban contra el sentido común, y que más adelante demostraron que fueron absolutamente en la dirección contraria a la debida.

Sin embargo, el día 15 de Marzo, una "estrafalaria" médica gallega, una "iluminada", salió con un micrófono en la mano a una plaza de Barcelona a denunciar la situación, las medidas equivocadas tomadas por el gobierno, el peligro de los confinamientos y otras cuestiones que ponían de manifiesto, o bien la suma incompetencia del ejecutivo, o quizá alguna extravagante teoría conspiratoria. En este vídeo recojo aquella efeméride, que casi nadie vio, y que los medios trataron (y la mayoría siguen tratando) de exhibición circense.

Ese día, una mujer fue capaz de iniciar un movimiento de protesta contra todo un gobierno, con el arma de su voz y un micrófono en las manos. La mayor parte de las cosas que expresó aquel 15 de Marzo, el tiempo, como buen e imparcial juez que es, le está dando la razón.

Esa mujer es la doctora Natalia Prego, que sigue en su lucha como el pequeño David contra el gigante Goliath. A su lado, la corte de ministras que encabezaron el 8-M, varias de las cuales se infectaron (y por tanto, más tarde contagiaron) en el magno evento, deberían, por lo menos, sentir vergüenza y pedir perdón a todos los madrileños cada 8 de Marzo, como prueba de una de las más grandes irresponsabilidades cometidas por el gobierno de un país, que, según los mapas, pertenece al primer mundo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario