El edificio, construido por Manuel Aníbal Álvarez Amorós, tiene planta orgánica y simétrica, configurada por pabellones unidos con galerías acristaladas. Destaca la capilla, en posición centralizada, con traza neogótica de tres naves y ábside semicircular, con acceso independiente desde la calle. Aislados se situaban tres pabellones más para escuela, portería, y enfermería.
Al interior destaca la suntuosidad de sus piezas, especialmente el salón de actos, transformado por los Marianistas en capilla para adultos, y el comedor, ambos en el piso principal, de doble altura y con una galería volada para visitantes.
Al exterior sorprende la belleza y riqueza arquitectónica de sus líneas goticistas interpretadas con detalles modernistas, donde se combina la sillería de piedra blanca y la mampostería.
En 1959 Luis Moya realizó la ampliación del Colegio con un volumen de escaso fondo y cuatro niveles para las instalaciones deportivas, aulas, habitaciones de profesores y despachos. Se trata de una intervención respetuosa, que no compite con la edificación primitiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario