19 de junio de 2023

SANCHEZ DRAGÓ Y EL PILAR

 

Dragó estudió en el Colegio del Pilar, y siempre que tiene ocasión lo recuerda para ensalzarlo, reconociendo que él fue un "niño bien" en la posguerra española. 

Hay algo en la vida de Fernando Sánchez Dragó que lo hermana con muchos de los jóvenes que lo critican y que sólo ven en él a un sexista anacrónico: el sentido de rebeldía performativa con el que ha vivido sus 86 años.
 
Dragó hizo de su existencia un teatro que interpretó en los libros, en los medios de comunicación y en los bares, una obra que compuso para irritar y para llevar hasta el extremo a la sociedad española. 

Dragó se disfrazó y se desnudó, fue una voz moral y un cínico en el sentido original de la palabra, fue un místico y fue el portador de la promesa de un colocón eterno e inocuo. 

Alimentó su leyenda y dejó que se envileciera. Odiado y amado a partes iguales, lo que tengo completamente claro es que no habrá otro ingenio español comparable a Fernando. Dijo e hizo lo que quiso a lo largo de toda su vida, por encima de cualquier otra cosa. Grande, grande, Dragó

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